ELEGIA A ALEJANDRO VALDIVIA
Te has visto ultimamente violento y lamentable
barbaro en Alejandro y orondo de otra piel
Te has visto enteramente voraz e inexorable
para darme motivos o dejarme caer
Has ido cultivando la noche entre los dientes
cerreros y profundos, con pulmones de crin.
Has vuelto a mi los ojos pálidos y dolientes
mostrando en otro brillo el galope febril.
Has caído endulzando a un tiempo los infiernos
mientras con las dos manos prometes el ardor
que hubiese de llenarte de árboles sin dueños
sin viento y sin raíces amables de canción.
La verdad es que has venido a ser un Rocinante
que nunca llevo puestas las bridas ni el arnés
ni carga en sus espaldas al caballero andante
capaz de exonerarle sin que llegue a doler.
Y a las barbas teñidas de luz y de memoria
que exhibes hacia adentro y a los que pueden ver
ni le sobran los reyes altos de Macedonia
ni le faltan abismos a los que descender.
Es por eso que cruzo de calle cuando puedo
cada vez que te veo en carroza y granel
con todos tus esclavos cargando tus anhelos
y tu paso desnudo forrado en carrusel
Y te llamo cobarde por ir por donde vienes,
me proclamo invadido por no verte venir
y cuando avanzas, serio, llegándome a las sienes
pienso que eres un poco como una vez yo fui.
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