HUMOR DE DOMINGO
Hoy he estado buscando una razón para pelear desde que desperté.
En la mañana todo parecía tan blanco como siempre, esquinas chamuscadas y caras de oreja a oreja. Manos extendidas, complacientes y secas. La facilidad de pasos consecutivos, indoloros. Cristalino todo. Béquer se hubiera quedado bobo.
Aunque me hice esperanzas cuando vi un parche negro sobre la carretera que prometía chaparrones y vidrios rotos las cosas cambiaron y no hubo charcos que llevaran a resbalones artificiales ni puñetazos emparedados de histeria. No se lastimó mi garganta ni se me acalambró la frente de un puertazo. Seguí todo el día con pasos engomados, volteando la cabeza lentamente y luchando para despegar mis ojos de sus parpados.
Ya había leido en algún manual de fin de semana que los domingos se habían inventado para reconocer las paredes de un cuarto. Sin embargo, este hubiera desecho esa regla con esa mínima descarga de gatos negros o escaleras mal puestas.
Al fin, mañana tiende a ser lunes. Pero algo deben haber escrito de esos también.
Comentarios