PROLOGUEANDO
"Esta mañana salió el sol,
como en las otras.
Las manecillas del reloj,
con cuerda loca,
se volvieron a atrasar "
(Valdivia, en Momento Primero, "Animal extraño")
Hay un momento en la mañana, después de dar vueltas en los edredones y volverse contra la puerta para seguir contando piedras en Gizeh, en el que servirías para jabón de baño. Caes de bruces y los faraones rodeados de ovejas no son suficientes para despegarte la arena en los dedos de los pies.
Y si el alba se cuela apenas por la cortina te tiras a la calle para parar en cada luz verde, cantando: "yo sería tan feliz, tan feliz en el mundo que moriria arrodillado a tus pies". Pero las palabras no dan fe y Charly se ríe desde el noveno piso. Cayendo. Y cuándo, al cabo, se hace recuento, descubres que sabías.
Nunca debiste quitar el seguro de la puerta. Obviar ese momento primero, cerrar los ojos y recogerte bajo las telas, llegar tarde para siempre. Pero, ¡qué lejano, qué desnudo se vería el desierto!
Desde la cima que dormita.
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