BLUE

Ella, aunque no era ELLA, apareció. Efímera. Pidió que me fuera borrando las palabras, los sabores. Que fuera tachando su nombre de mi derecha. Me desconoció y fui, como era de esperarse, desconocido. Dijo que, cíclicamente, ella tambien se apagaba.
Quiso aparecer, por fin, donde no la viera. Yo era el revolver y ella, por su propio gusto, la pared manchada. Se fue haciendo pequeña, pequeña, pequeña, y así, con esa ínfima mueca de bondad y tragedia, no nos pudimos (o pude) despedir.
Es por eso, y nada más por eso, que tengo la esperanza de recibir por correo al menos, bien empaquetado (o sin empaquetar) un librito azul. Azul y que no se pueda esconder más.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
gracias.
no sólo soy yo quien se extingue.

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