PARANOIA
"Nunca he creído que alguien me odiaaunque me hayan querido matarTrás mi asesino hay un odio, una ideaque si es mi enemiga mortal.Todos los tipos de muerte hacen colafrente a mi puerta esperando su hora"(Silvio Rodriguez, Nunca he creido que
alguien me odia)
De regreso a casa senti como si alguien me siguiera. Usualmente no me gusta darle cabida a esos arrebatos, pero hoy segui mirando por el retrovisor sin estar seguro de haber visto a alguien en el asiento trasero. Al bajarme del carro mire trescientas sesenta veces a mi alrededor. Di el primer paso desconfiado y entré a la casa. La medianoche se hace más media y más noche al entrar a una casa oscura en silencio. Al abrir la puerta del cuarto me quede detrás del umbral para ver qué pasaba, si no habia nadie escondido bajo mi cama, ni en las esquinas. La ventana se rió de mi mientras el viento ululó en complicidad.
El sentarme y quitarme las medias y el pantalon desató el "crack" distintivo de mi cama que hizo eco en toda la casa. Seguía mirando hacia la puerta medio abierta del cuarto, atento a cualquier sombra movediza, cualquier ruido externo, cualquier pista de mi asesino a sueldo. El silencio a estas horas es una atrocidad. Estar solo a esta hora es monstruoso. Pensé en poner un disco, pero me detuvo el sonido de mis huesos al rozarse, todo está tan alto que la música es inaceptable.
Asi que me eché en mi cama con un aire de resignación cobarde: ladrones, asesinos, espías, margaritas, lirios y azucenas, estoy indefenso ante ustedes. Me duele el sonido de las sábanas, asi que no me muevo más. Cerré la ventana, clausuré la puerta y apagué la luz esperando que mis ojos se acostumbren a la oscuridad. Espero no levantarme hasta el lunes, cuando se haya acabado el acecho o me haya acabado a mi.
Si bien es cierto, que tengo la mania de volverme a la realidad con cosas de este tipo, sigo alerta, insomne, agazapado, apesadumbrado solo porque al tirar las medias sobre mi cabeza noté que la quinta cuerda de mi guitarra se reventó: prueba irrefutable de que alguien sí me siguió, entró conmigo al cuarto, desparramó sonidos en mi silencio pesado y espera en silencio a que me duerma.
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