SIN TITULO
El mundo, visto desde el asiento trasero de un carro de policìa, duele en las muñecas. Duele en la espalda y en la boca del estòmago. Duele en la cara de hombres sin rostro y sin porvenir. Sin rostro, esposados, al lado de todos, entodecièndose el hocico con papeles y nimiedades. El mundo es una patrulla de policìa con olor a cuero manoseado, bajo las luces de Tampa, la arrogante, Duele y deja marcas rojas en el espacio que existe antes de empezar las manos. Vacìas. Viciosas de tener, de poder enfrentarse a sì mismas, de ir por el mundo doloroso sin bolsillos ni precauciones. Sin malicia alguna, el mundo es una comisarìa sucia, un hombre manchado de sangre rièndose a carcajadas y las ganas màs majaderas de vomitar, en el cuero, que no ha pasado nada y que ese que se esconde desarmado, soy yo.
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