ENSAYO
En plena mañana de Florida, con el sol y la humedad chorreándome las sienes y la espalda, estoy en el salón de una "Iglesia sin denominación" tocando la guitarra para las canciones de la misa, pensando en el Anticristo de Nietszche y en cómo David debio haber sido parapléjico en vez de obligar a todas las generaciones posteriores a bailar como bailo él cuándo el espítitu divino... No sé por qué estoy aquí, quisisera decir que me arrastraron, que me comprometieron antes de darme cuenta, pero nadie me obliga y ahora no importa mucho porque tengo frente a mi al Pianista que cierra los ojos en abstracción y mañana tendré a toda la iglesia derrumbándose ante mis pies en alabanzas. Oración. "Reconocemos, Señor, que nuestro talento musical es un don que nos has dado y, por tanto, te lo ofrecemos a ti..." Me he mantenido al margen de todo. Soy el ateo tocando en una iglesia. Esto me molesta, pero no puedo enojarme con nadie excepto conmigo, por supuesto que no debía esperar...