Sarah, tus hijos...
Sarah, tus hijos son normales? Olvidemos el hecho de que tu sombra reverbera(rá) por ahi, donde sea que anden, donde sea que apunten el joqui, donde sea que se hable de los periódicos y de las naciones. Olvidemos el hecho de que la policía anda con los pelos de punta, escondiéndose tras las cámara, llenando las calles de conos, de rayitas y señales de mierda para que no lleguemos a tiempo, por ti. Olvidemos la separación de los buenos y los mejores, el sisma de las gentes, el abuso del poder, el brillito en tu ojo izquierdo, el tic nervioso, el aborrecimiento por el frío, tu falta de quijada, la similitud con los dibujos animados, el estereotipo del desalmado, del político, del lobo rechazado, del incontribuible. Olvidemos los estados, en su lugar, los países cerrándote el paso, olvidemos el gatillo y el sordo, constante, ácido gotear de las malas zañas. Olvidemos los hechos, lo apuntable, lo indicable, lo objetivo (lo subjetivo). Pensemos, en cambio en lo fácil que resulta trazar co