Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2005

PROLOGO, POR EL AUTOR

Hace un año, exactamente que pensé que estaba muerto A la altura de una cumbre mínimamente empantanada, quedo inerte y sin demasiadas ganas de hacerme el fuerte. Habrá algún intento próximo de derramar algo de literatura en éste blog. Nada podría ser más lejano a su intención primaria. Sin embargo, ya cito poco a otros autores al iniciar cada post, mis arrebatos de rabia se han ido disipando poco a poco hasta molestarme solo algunos días a la semana y las pocas veces que me siento a redactarle unas líneas al lector, doy conmigo mismo, medio muerto de sed a las alturas de otro tiempo, sin nadie más que yo. Hoy toca hacer recuento porque así me lo he impuesto. Mi disciplina escasa me basta a veces para llenarme a mí mismo a penas. Hace un año, exactamente que pensé que estaba muerto. Deduje que el mundo había muerto conmigo, que ya no era joven, que mi cuerpo pasaría a ser parte de otro páramo desconocido, me ví entumecido y confome con mi propia muerte y, en un intento por desembriagarm

(parentesis)

Un año para la bitácora, veintiuno para mi. (Creo que le llevo ventaja.)

JIMI

Eran los tiempos de la lluvia. Llovía a toda hora y teníamos sobre la piel las gotas más resbaladizas del mundo. Mi amigo me invitó a cumplir años y me regaló mi primer disco de Jimi Hendrix. Ya había escuchado antes a Jimi, pero con la llegada de la lluvia se habían ido kazaa o soulseek o limewire y hasta napster y Jimi no figuraba dentro de musicoteca. En fin. Por esos días me habia declarado trovador a medias, es decir, encontra del overdrive, en contra de la distorsion, en contra de todo lo que constituyere racks y procesamiento desmedido. Había compuesto canciones como Animal Extraño, Epifanía o Augusta Mañana que se superponían entre mi voz y mi guitarra (acústica y de cuerdas de nylon) y, si acaso, una harmónica mal tocada. Y Jimi llegó en un concierto doble en el Filmore East, en día de acción de gracias, abriendo el segundo album con Auld Lang Syne y haciendo mucho pero mucho ruido, con mucha distorsion, con batería sin parches, con voz de negro y tirándose por el suelo para

ME GUSTAN LOS FINALES FELICES

Desde que aquél personaje murió ahogado en la pantalla, generando unos once, o doce millones de dolares en ganancia cruda para los productores, situándole por encima de la aberración shakespereana en que moría (también) aferrado a su Julieta en una tumba sin esterilizar, Hollywood y las repúblicas más independientes tienden a matar a sus protagonistas al final. El mundo no es perfecto, es más, es un lugar áspero y cruel: el público se fascina todos los días con esa realidad grotezca. Pero si bien se tiene un "flare for the dramatics" y una fascinación por la tragedia, sé quién llora cada vez que Blancanieves no se muere envenenada, o que Guillermo Tell atraviesa la manzana sin desparramar los sesos de su hijo. Cómo terminar una historia con un gancho? Cómo darle a la gente lo que quiere sin dejar de ganar ni sonar como un intelectual de pacotilla? Fácil: mata a tu protagonista. Yo, en cambio, disfruto los finales felices. No me gusta extender mi fascinacion por nada más allá

DE UMBERTO ECO

Justo cuando yo comenzaba con Los pasos perdidos, Umberto Eco dictaba muy magistralmente, una conferencia en Miami. Probablemente, mucho se habló de semiótica en Books & Books. Lo semánticos croniqueros, los sintácticos postmodernistas y los pragmáticos de la vanguardia intelectual hispano-norteamericana, como una santa trinidad de plástico, probablemente, se arremangaron las camisitas raídas y asumieron la posición de la flor de loto a los pies del literato. Mucho se escribiría posteriormente de esa tardecita soleada en Miami. Se llenarían los blogs de impresiones y de asumpciones y de desparramos de energía acerca de una u otra palabra de Eco. Umberto volvería a sumirse en su habitación etérea maravillándose de la magia de su apellido de estirpe, capaz de resonar por días trás cualquier palabra, en la cabecera de los pseudo-hippies del retablo vanguardista. Eco. El Eco hace eco. Eco, eco eco... Por esos mismos días, yo me llenaba las narices de Naranjas Mecánicas, en un idioma ex

BREVE POST

Si un hombre se levanta y entreabre la ventana mirando hacia afuera con l acerteza de que ese será su último día, sale? Creo que es una de esas preguntas del millón. Eres una persona positiva o no? Y no hay nada más negativo que la palabra no. El mundo te cae bien? Quieres saber quién eres? Quieres saber adónde vas? Yo me desperté y prendí la tele y me bombardeó, el mundo, de noticias: algo pasó en New Orleans y yo no me decido a levantarme. Y no me levanto. Tal vez no me levante más. Y ojalá decir eso como lo digo no fuese tan grave para el mundo.