DE UMBERTO ECO

Justo cuando yo comenzaba con Los pasos perdidos, Umberto Eco dictaba muy magistralmente, una conferencia en Miami. Probablemente, mucho se habló de semiótica en Books & Books. Lo semánticos croniqueros, los sintácticos postmodernistas y los pragmáticos de la vanguardia intelectual hispano-norteamericana, como una santa trinidad de plástico, probablemente, se arremangaron las camisitas raídas y asumieron la posición de la flor de loto a los pies del literato. Mucho se escribiría posteriormente de esa tardecita soleada en Miami. Se llenarían los blogs de impresiones y de asumpciones y de desparramos de energía acerca de una u otra palabra de Eco. Umberto volvería a sumirse en su habitación etérea maravillándose de la magia de su apellido de estirpe, capaz de resonar por días trás cualquier palabra, en la cabecera de los pseudo-hippies del retablo vanguardista. Eco. El Eco hace eco. Eco, eco eco...
Por esos mismos días, yo me llenaba las narices de Naranjas Mecánicas, en un idioma extraño, luego de laberintos y minotauros en su Bestiario, de lo peruano de Echenique y fui a aterrizar directamente sobre Los Pasos Perdidos, una novela nada rosa de Carpentier. Y me fui a perder en una selvática nación de ensueño buscando, también, un instrumento primitivo capaz de hacerme sonar y resonar, posteriormente, con una fidelidad digna de mis propios pasos.
No asistí a la conferencia de Umberto Eco. Me había prometido que todo lo que fuese digno de experimentar y que estuviese a mi alcanze no me pasaría desapercibido. Asi como la exposicion del MOSI, o caer preso, o saltar de un avión en llamas, pero me perdí la conferencia de Eco y tal vez lo lamente muy en el fondo. Pero cuando pienso que tampoco escuché recitar como un loro a Wilde sus tácticas de la dramaturgia y que Piñera se murió (o se volvió isla) sin estrechar mi mano, me tranquilizo un poco.
Si, no pertenezco a la intelectualidad de Miami, es un hecho, de lo contrario estaría en la primerísima fila de esnobistas con las piernas cruzadas y drogodependientes escuchando un detalle de la semiotica en la literatura. No pertenezco a la intelectualidad de España porque nunca se me ha publicado una cuartilla en un libro para niños en Madrid. No pertenezco a la aristocracia cubana, porque todavía no tengo una bala en las sienes. No pertenezco a la intelectualidad costarricense porque soy esteril en lo que a gestación se refiere. Y ahí se vuelve a la pregunta ancestral del árbol que cae solo y sin nadie que le oiga, pero como ya dijo alguien antes, mucho antes de que su eco llegara hasta mi: "he estado al alcanze de todos los bolsillos, porque no cuesta nada mirarse para adentro". Y eventualmente, habrá que mirarse para adentro, aunque sea en Tampa, lejos de Eco y de su séquito. O donde sea.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola! It has been a while since I have been in the blog world and I see how your blog has changed and is equipped with sound even now and I wonder if you have a "podcast" as they say, but I just wanted to thank you for your encouragement always and for your kind post of looking at the creative side of actions which some might interpret as signs of depression, and you really did make me think about a thing or two and I even have a painting that I have created during my summer months of blogless days.
love,
orch

Entradas populares de este blog

Adiós desde nuestro Boletín

Bienvenido a Gugacheck.com !