MAÑANEANDO

No eres tú,

es el destornillado cotidiano azar,

la puerta del delirio, la fangosa realidad,

los narcos, la inflación, la solución impar,

los dioses apagados, la fantasía incapaz,

Berlín, Fidel, el Papa, Gorbachov y Alá.

No eres tú, mi amor...

No eres tú,

son estos días de mierda que también se irán,

son Lennon y Guevara que no quieren regresar,

latinos divididos sin América,

soy yo que no me curo de quererte más,

es por los pasaportes y la enemistad.

No es por tí mi amor...

No eres tú,es tanta democracia para no creer,

es la canción de Silvio y la crisis de fe,

es la sabiduría de desaprender,

es Panamá sin guía agradeciendo a Bush,

es un amor por Cuba,es socorrer la luz,

es como cuando faltas, cuando faltas tú.

No eres tú, mi amor...

No eres tú,

no eres lo que esta noche me costó inventar,

es falta de marcianos, es por mi aterrizar

es que me falta cuento en esta capital,

se amarga hasta el romance y la anarquía crece más

es cuerda que se oxida en esta vena de pensar,

es musa mal parida, es que no sé ni qué cantar,

No eres tú, mi amor... No eres tú...

Son lo demás!

(Santiago Feliú, Mi mujer está muy sensible -Ansias del Alba-.)



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, me toca a mi escribir ahora. No tiene título aún, acuchíllame.
Con cariño,
Su

He decidido recorrer los rincones de mi cuarto para limpiar y purgarme un poco, me he encontrado con mis huesos ya revueltos de moho y me pregunto si alguna vez me cubrieron las sienes con infinito amor. Uno a uno los cuento y me falta el último, la razón… en fin… un viejo cacreco que nunca me fue fiel dudando que alguna vez me perteneciera, me gritan algo y no logro saber. Que quieren que me devuelvan la fe? Fe en vísceras, en carne putrefacta, en nervios de hierro y acero, en muertos que hablan? Al diablo con el hígado y todas sus entrañas!
Ahora me toca levantar los últimos papeles que ensucié con tinta vieja, cuando aún mis dedos se guiaban al compás de una regla y alguna canción de Aute o Sabina acalambrado, pienso que se los entregaré a alguna pordiosera, tal vez le sirvan más a la recicladora o algún cansado violín.
Recorro con la mirada mi escritorio lleno de insensateces, desde un reloj despertador hasta un libro de anatomía sin portada ni dibujos creíbles. Tal vez me siente otra vez para ver qué si logro frustrarme por no querer agacharme para levantar mi pluma caída, justo al lado de mi ego y el porte de niña educada y malpensada. Y veo mi contestadora parpadeando con un número desconocido de mensajes, llamados de auxilio, cartas embusteras, pasiones fingidas, muertes prematuras y propuestas efímeras. Ya no estoy, que no me llamen más para cortar lágrimas.
Y veo el polvo, mi viejo amigo y enemigo, hermano, el único que sin querer se ha atenido a mi y se ha fusionado. Cuéntales que no estoy para ellos, que me han crecido canas y los entierro, entre el Alzheimer y alguna tableta para el dolor de ovarios.
Mi armario, mi refugio contra viejos, mi condena ante la sociedad, mi lucro por verme igual… el pecado luego del Edén… quemarlo todo… o tal vez juzgar y condenar al que se atreva a adoptarlo, es hora de que devuelva el favor de años de timo y traición. Pero eso si, el hoyo negro es mío, para acurrucarme cada vez que quiera sentir vacío, para saber que soy real y que a nadie debo ni de nadie espero.
Pongo en orden mi cama ahora, las sábanas con el peso del alivio, mi almohada de barro curtido para perderme una y otra vez. Mi colchón viejo y abandonado con recuerdos inéditos, la única reliquia que me atrevo a no dañar. Y debajo de ellas; mi cama, mi almohada, mis sábanas, más polvo y sueños enfermizos, metas no cumplidas, viajes no frustrados, secretos no anhelados y mi sangre. Sí, mi sangre debajo de mi cama, roja y reluciente, fresca como la hiedra, ortigante y finamente aterciopelada.
Por último, mi más preciado, mis libros, no parece faltarme ninguno pero aún así busco más y es curioso saber que todos se asemejan y para nadie es igual… la misma carátula, las mismas páginas, la misma tinta, y cortados hasta del mismo árbol, no se puede comparar su familiaridad. En fin, uno y todos a la vez me son infinitos y los pondré en la estantería, en la mesa de noche, en la cama, en el baño, en el armario, que se llenen de comida pero que vivan, que mueran, que nazcan, y tal vez hasta aprendan a reproducirse.
Mi cuarto, mi recámara, mi cuerpo, mis entrañas, mi alma, lo levanté, lavé, y lo pulí hasta rechinar… mis huesos a la posteridad, mi cuerpo al estudio, mi alma al infinito, mi odio, recelo, culpa y ardor al olvido, mi calma y pasión los he arropado en la cama y mis lentes… me he sentado encima de ellos por equivocación, pensando que eran los lunares que me prometieron en alguna vieja estrofa.
Mis paredes, esa es otra historia que me tocará contar.
En fin, qué más quiero de mí? Todo me lo dí y ya no daré más.

Suzanne Ching
15/enero/04

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