CUENTAS

Tengo un lápiz en la mano y cuentas, y cuentas por cuadrar. Tengo citas en la noche con mujeres que bailan flaménquicamente en mis canciones. En la punta de los dedos, tengo las llagas dulces de tocarles. Tengo dos tonaditas pegajosas en los sesos que no me decido a poner en papel (ni en nylon). Tengo la certeza de que cuando vuelva a mi, no encontraré nada más que eso: mi. Tengo mi cisma con las palabras.
Y me aferro a mis activos para olvidarme de que mis sábanas se salen, que mi camisa se desabotona, que mi reloj se para, que vos y yo somos un cuento que acabará mal, que mis bancos mandan mis asesinos, que se me enreda la lengua, que no sé dirigir una orquesta, que ya no pierdo el acento, que la guerra me asfixia, que me quejo demasiado, que de aquella me despedí con lágrimas en la garganta, que sale el sol todos los días, que me voy poniendo pálido, que hay otras latitudes, que, escencialmente, no soy un tipo de acción, que no soy optimista, que tampoco tengo superpoderes, que soy miope, que tienes mil caras y no me das ni una, que el invierno no termina de irse, que me necesito de vuelta, que me extraño, que no puedo vivir sin mi...
Tengo un lápiz en la mano y cuentas por cuadrar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
rescantando del todo:

yo también me quejo mucho, pero no hay nada malo en eso. Que la pierna se me duerme, que tengo sed, que tengo frío que tengo ganas de ir al baño. En fin creo que las quejas son la única forma de quitarse lo cotidiano

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