NOTAS DE VIAJE

Medianoche, ahora se encienden las lucecitas mañaneras de mi entendimiento.
Escribo esto con cierto sentido póstumo. Primero porque es probable que nunca lo transcriba a otro medio más perdurable que el papel (como todo lo que lleva mi letra) y segundo, porque en estos momentos soy presa del embotellamiento más perro que he visto y en cualquier segundo (espero) nos pondremos en marcha de nuevo.
***
Hoy fui a Orlando cantando una canción de Silvio: "voy a bordo del encanto...". Así, soñando el porvenir, agarré mi abrigo más versatil y partí hacia el encuentro. Allá me esperaban, era seguro y yo amanecí de buen humor.
Es asombroso como un hombre solo puede sentirse dueño de un pedazo de vida. El aire frío del invierno pálido en mi cara y mi cara sorteando las ráfagas de satisfacción que regala la carretera. Todo está bien, todo funciona. No hay ningún otro lugar en el que deba estar.
Al llegar ahí, donde me esperaban, agarré el aire de la corriente y la paré mejor de lo que imaginé. A veces si soy ese hombre al que le salen bien las cosas y encaja. Todo en la medida justa está bien.
Bastó el día para regresar sobre mis pasos convencido de que mi vida me esperaba también a la vuelta. Mi casa de brazos abiertos repartiendo divinidades en mi nombre. Correr, correr a alimentarme en plena noche sin otro testigo que no fuese el mundo.
Decía que, de vuelta, me tocó esperar a que las víctimas del fatal accidente (cinco millas adelante) movieran las pestañas y nos dejaran pasar a nosotros: los esperanzados, enamorados de la vida, los adolescentes de odio. Y adolesciendo, nos movimos un ápice, luego otro y el cláxon endurecido no logró que dejara de tararear "ve y dile que por eso, cuando me marche, queda un beso en mi canción".
Todo es fácil de arreglar.
***
Escribía hace segundos y se movieron adelante. Un poco, un poco más... sí, parece que ésta vez si vamos a salir...
Voltee la llave en la ignición y el coche me respondió con una toz seca y afónica. ¿Cómo?
Otra vez y lo mismo. El de adelante, ya cada vez más lejos de mí y yo sudando con la llave en la mano! "Arranca, carajo, no me hagas esto ahora!"
Era definitivo: mi coche se declaraba en huelga en el más descarado de los momentos. La euforia crecía a mis espaldas y yo encadenado a mis cuatro ruedas!
Nada, que aproveché a la rubia del auto de atrás empujar al mío, rebelde hasta el lado del camino, dónde no tengo qué fumar, pero veo mientras todo pasa.
Aire frío de medianoche bajo mi camisa tímida en lo que abro el capó y finjo entender el funcionamiento de un motor v4 con transmision de los mil demonios.
(Por qué no seré yo uno de esos tipos que escucha hip-hop y sabe desarmar un avión con una liga de pelo?)
Pero no todo pasó tan rápido como las vueltas indicaban. La fila se formo de nuevo y la rubia empuja-carros quedó justo delante de mí. Todo se detuvo.
El mundo es una siesta en la Interstate 4.
Ahora soy yo quién espera que vengan por mí. Ya no pienso reclamar nada a mi regreso, ningún pedazo de vida ni gallardías soberanas.
He escuchado ya dos veces el Dark Side Of The Moon (al menos a la rubia le gusta Pink Floyd - y le funciona la batería a su coche) y la fila sigue sin moverse.
Mi auto celebra su propio funeral y yo, dentro, pienso en doscientas formas de decir que no entiendo, que tengo sed, cansancio y que no espero llegar pronto a casa.
En lo que la madrugada enfría a éste pedazo de mundo, me dispongo a dormir, por primera vez en una carretera.
***
[Ya otra vez había visto salir el sol desde el asfalto contigo (tú), a mi derecha, con tus piernas cruzadas y mi mano entre tus piernas; tu cabeza mojada sobre mi hombro... Justo antes de tomar miles de fotos que no salieron. Por ésta misma parte del año, con tu mismo pelo claro y tu espalda arqueada en el asiento... si recuerdo como se erizaba tu cuello a contraluz por el sereno y el alba ruborizada. Cómo sabíamos que estar ahí, en ese enfermizo instante de ser, era lo único que iba a quedar de los dos.. Y cómo guardamos los pedazos de la mañana en la mirada!!]
***
2:40 am. Esperaba que vinieran por mí helicópteros, lanchas, ambulancias y bomberos.
En un revés de muñeca, sin el más mínimo soplo de optimismo, mi coche salió de su letargo sin explicaciones.
La rubia sigue oyendo a Pink Floyd y nadie se ha movido aún. Yo me aferro al volante transmitiéndole todas mis ganas de que no se apague y tiemblo con él.
Ya es tarde para todo, lo sé. Ya vienen por mí y no sé el por qué de mi sonrisa bobalicona de SI PUDE! cuándo en realidad, no pude y estoy tan cansado como todos.
La noche es una mierda y, aunque aún soy mi dueño, bien me cambiaría por otro en mi cama, lejos de mi auto, de la rubia y de mí.
***
4:20 am. El tráfico se movió lento dejándome somnoliento a sus espaldas. Llego a mi casa con la misma sensación de mierda. Reprise: "bien me cambiaría por otro en mi cama, lejos de mi auto, de la rubia y de mí..."
Y etcétera. Tengo sueño, voy a dormir.

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