TAUTOLOGIA
Otro escrito olvidado:
One baby to another says,
I'm lucky to have met you
I don't care what you think
Unless it is about me
Kurt Cobain
En verdad, la respuesta a la siempre sobrevaluada pregunta acerca de la autenticidad del sonido que produce un árbol al caer cuando nadie esta presente no es tan complicada como todos se esforzaran mas tarde en afirmar.
Es cierto que habría que cuestionarse sobre las dialécticas del pensamiento y acaso poner en duda el trabajo de miles de cabezas pensantes, aludir al arte como ente comunicador y ley mayor, a las energías que rigen el universo e inclusive nombrar a un Arquitecto. Se podría tratar de ser pragmático y atribuirle sindicatos al árbol mismo, ver al ecosistema que podría rodearlo como otra cabeza pensante tácita y subversiva, hacerla parte de la decadencia posmodernista. Poner en duda la relevancia verdadera de la emisión del sonido en si, sus repercusiones en la potencia auditiva del mamífero ordinario, evaluar la acústica en términos de fotosíntesis, sentir lástima por la exclusión del árbol en la definición de “alguien”… Pero basta con formularse una solitaria pero certera pregunta: Cual motivo podría tener el árbol, si no hay nadie a su alrededor para caerse en primer lugar?
Objetar la complicidad del mundo entero en esta formula parece siniestro, pero esto resulta así solo a medias si partimos de que un universo en el que las cosas pasan sin razón aparente no es solo un absurdo, sino también un capricho inaceptable.
Nunca hubo árboles que cayeran sin oídos cercanos.
One baby to another says,
I'm lucky to have met you
I don't care what you think
Unless it is about me
Kurt Cobain
En verdad, la respuesta a la siempre sobrevaluada pregunta acerca de la autenticidad del sonido que produce un árbol al caer cuando nadie esta presente no es tan complicada como todos se esforzaran mas tarde en afirmar.
Es cierto que habría que cuestionarse sobre las dialécticas del pensamiento y acaso poner en duda el trabajo de miles de cabezas pensantes, aludir al arte como ente comunicador y ley mayor, a las energías que rigen el universo e inclusive nombrar a un Arquitecto. Se podría tratar de ser pragmático y atribuirle sindicatos al árbol mismo, ver al ecosistema que podría rodearlo como otra cabeza pensante tácita y subversiva, hacerla parte de la decadencia posmodernista. Poner en duda la relevancia verdadera de la emisión del sonido en si, sus repercusiones en la potencia auditiva del mamífero ordinario, evaluar la acústica en términos de fotosíntesis, sentir lástima por la exclusión del árbol en la definición de “alguien”… Pero basta con formularse una solitaria pero certera pregunta: Cual motivo podría tener el árbol, si no hay nadie a su alrededor para caerse en primer lugar?
Objetar la complicidad del mundo entero en esta formula parece siniestro, pero esto resulta así solo a medias si partimos de que un universo en el que las cosas pasan sin razón aparente no es solo un absurdo, sino también un capricho inaceptable.
Nunca hubo árboles que cayeran sin oídos cercanos.
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