CARTA

Las luces se me apagan, compañero. Me siento aquí en mi cuarto a rumear mi deficiencia y a ponerme, otra vez, en juego. Más, qué será esta vez? Una canción? un cuadro? un poema? un guión engavetado y sin luces? un post?
La pregunta se me ha quedado encarnada: las preguntas se encarnan con maldad, cuándo se encarnan. Con esa maldad que me impide incluso repetírmela sin erizarme la piel. Entonces me vuelvo un objeto conmigo mismo, no me hablo y me ignoro. Y cuando logro sobreponerme de mi propia adolescencia de sentidos, confecciono una larga lista de citas, un anecdotario filosofal que delimite mi metáfisica provisional en un solo, y de paso, sólido paradigma. Recuerdo aquella de la angustia y la autenticidad, me admiro ante Cortazar: "Las costumbres son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo que nos ayuda a vivir". Y me quedo humillado y sin costumbres. Tal vez no he sido justo con mis veinte años y me he enfocado demasiado en cosas que a la larga no valen la pena, pero sobreexiste la premisa de que nadie, nadie, compañero, puede dar lo que no tiene.
Entonces me justifico un poco. Me alivio, me calmo, cedo el paso a la cefalgia insoportable, al brillo ensordecedor de mi pocalámpara de mesa de noche. Y me redondeo sobre pensamientos vagos: usted decía que yo no hablaba como escribia, que le constaba, y es cierto. Ni siquiera a mi mismo me hablo como escribo; debo confesar que soy, conmigo mismo, un tipo mas bien vulgar. Me acuso muy facilmente, y hago juicios rápidos. He intentado no extender los juicios, eso si, hacia nadie más, al menos en lo que se refiere al aspecto general de mi vida. Y la vida, oh Cortazar, "es un movimiento hacia arriba con un 'click' final". Será posible, compañero, que sea esto verdad? Podría justificarme acaso un movimiento súbito en la histeria del punto máximo de mi vida? En todo caso, tendría que planearlo, la gente grande, los hombres grandes miden cada uno de sus pasos. Yo he debido ser un hombre grande, desde mi cuna; eso usted lo sabe, eso lo sé yo y es posible que un par de mentecatos con los que me he cruzado en la carrera lo sepan, o al menos lo sospechen. Pero qué es ser grande? o más bien, qué ME es ser grande?
No lo sé.
Hoy no me comparto bien conmigo. Persiste una apatía entre yo y yo que es dificil sobrellevar. Y le hago partícipe del conflicto, tal vez, porque me gusta escribir cartas. Porque dejo de ser un loco para ser un intelectual, para entablar una conversacion platónica en la que usted me responde a lo que no le he preguntado, sin que se entere. Y en general, alivia. Algunos silvan, otros se van a dar de porrazos contra las paredes - como bien lo hicimos otrora nosotros - yo escribo cartas inmandables. No me lo reproche, no me lo reproche.
Y me preguntará usted qué me ha puesto en mi situacion de hoy y yo no sabré responderle, como ya es costumbre. Será que he recibido una carta en mi antigua dirección postal con poco más de dos líneas en ella (increible, un correo transatlántico con dos líneas). Dos líneas bien pensadas, bien esgrimidas. Un estocada de dos líneas secretas que me hicieron tambalear un poco.
Y justo hoy, compañero, todo andaba bien, Me había quedado despierto, como aquellas noches incontables de colegio, en vela, toda la noche, o nochy, asombrandome también con la Naranja Mecánica, esa idea literaria que despues fue otra idea en film, pero que esgrimio en algo más que un par de lineas (algo más extensas que la carta desdichada) Anthony Burgees antes que Kubrick. Y se acuerda como sacábamos conclusiones de esas ideas? Se acuerda de aquellos días promisorios, en que eramos colegiales y nada más? los que algun día sostendrían al mundo dándole al buen Atlas sus quince minutos de paz y de pan?
Y hoy, compañero, apago las luces y me saltan en la "gullivera" las dos líneas mortales que poco importan. Y no logro deshacerme del paradigma que tengo irremediablemente que formular para evitar lanzarme al vacío desde mi ventana de primer piso. Sea yo quizá, el dichoso modelo, el tipo Van Goghniano que se corta las orejas y las manos y la lengua con tal de sobrevivir a su propia sordera, a su propia deficiencia. No me lo reproche, no me lo reproche. Sea yo, sea esta noche y esta carta el ejemplo que funciona como norma, cuando se juntan dos o más ideas y hacen como hacen las particulas positivas y negativas en la atmósfera, un boom, o trueno, y hasta rayos y chispas. Y ya usted sabe que no se lo hubiera dicho mejor en persona, pues, como bien lo dijo una vez, parezco ser un tipo que, en su escritura, se preocupa por demostrar que sabe hablar. Mas no en persona, no. Pero le prometo que no ha sido esa mi intencion esta vez. Usted lo sabe, y si no, ya lo sabrá a su tiempo. Porque en noches como esta ese conjunto virtual de elementos que se unen siempre en el mismo contexto se resumen en mi, y no hay forma de esconderseME. Esta noche, y en lo sucesivo, soy Rá, soy la Serpiente Emplumada, soy Jehová, soy Budha y Zaratustra, y presiento que usted ya se lo sospechaba. Soy un camino que se bifurca infinitamente para llegar hasta mi. Si hablaramos de las instrucciones para subir una escalera, esa escalera terminaría a mis pies y asi. Yo soy todo eso, como usted bien lo sabe.
Y en fin, compañero, la noche se hace cada vez más joven con el tiempo y tal vez, asi lo hagan mis veinte años tambien. Y en un lecho futuro, de paja admirable y fiera, mire hacia atrás, como lo hacen todos los dioses del mundo, hacia mis veinte años, tan mozos, tan admirablemente tercios y haga "click" por fin con la vida tan Cortazar, tan Martiana, en el punto arribístico del movimiento que, verticalmente tiene siempre un valor nulo, pero que como paradigma funciona tan bien como esta carta. Hasta ahi, compañero, habrá que llegar ineludiblemente. Y esa certeza inefable de lo inaguantable que se avecina la hemos compartido siempre y siempre hemos salido victoriosos, tan victoriosos que se me hace cada vez más dificil terminar la presente con una sutileza digna de un literato.
Siendo asi, bon nuit. Y ya.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
te quiero nena... ese me llegó
Anónimo ha dicho que…
Había un niño que quería ser pintor... y era zurdo. Luego, con valentía y perseverancia, aplicó a muchas escuelas de arte y en todas ella fue rechazado. El se autopercibía como un genio. Estaba solo, en una ciudad desconocida, y el hambre lo hizo enlistarse en el ejército... Poco a poco, fue ascendiendo y se convirtió en líder de toda un batalla: Adolfo Hitler. No sé por qué te cuento esta historia, no se si entendí bien tu post... Pero es peligroso cuando el mundo deja de creer en alguien y le grita un NO... Ya sabes dónde y cómo encontrarme
Anónimo ha dicho que…
Esto no viene al tema y tal vez yo tampoco... te extraño...
*Corazón de Tiza*

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