BODIES, THE EXHIBITION





A Tampa, FLorida, ha llegado una comitiva de cadáveres embalsamados asiáticos que esperan erguidos a sus visitantes en el MOSI (Museum of Science and Industry). Aunque recolectar información acerca de la intención verdadera de la exposición es algo dificil (la polémica que se ha desatado entre los amantes del arte y los mojigatos del mundo hace poderosas a ambas partes) algo está claro: es algo sin precedentes.
Sería immperdonable que, estando tan cerca, no fuese a saciar mi curiosidad con los desgraciados chinitos que nadie reclamó y que ahora estan despellejados en el museo a la vista de todos y preservado por las miradas, los flashes y el aire acondicionado. Además, nada más emocionante que la idea de una idea sustentándolo todo: cadáveres en posiciones de la vida cotidiana siendo admirados por los incrédulos turistas. Una persona inerte observando a otra persona inerte y yo, escondido, caminando por los pasillos de la galería, entre músculos y tendones al descubierto admirándome de como el arte imita a la vida y a la historia, me daré cuenta totalmente del extremismo de estos días. Y la imagen de una adolescente repugnada con la intimidad de la carne expuesta y la fascinación de un niño y el sobresalto de la madre deberán ser suficientes para entretenerme. Eso, en el caso de que la exposición en sí resulte ser un fiasco.
Y justo hace un par de noches, iba de camino a la playa, más resfriado que contento a saciarme de la vacuidad de la noche marina y del mar nocturno y de la sintaxis y de la proximidad de los seres humanos y me encontre tirado en la arena soltando humo por la boca y mirando las dos estrellas que tenía encima lejos de todo y de todos. Tirado sobre una frazada en la arena nocturnal de una playa inerte con los músculos al aire, tendido, yo era un páramo de enajenación. Y nos miramos, de noche, con el deseo de la vida, con las venas llenas de sangre pero inertes, muertos como en la galería de un museo de ciencia e industria, cada uno en su propio pedestal de vidrio, intocable, olvidados de todo, con la vista perdida en el mar que se abria, en las estrellas, en la arena, en el neón a lo lejos, imitando las posiciones de la vida, fingiendo jugar con el perro, correr, nadar, dar patadas y respirar.
Este sábado ire a ver la exposición que tan elocuentemente han titulado: "Bodies, the exibition", y fingiré tal vez que el museo se llena de arena y miles de turistas circulan por delante de mi, admirados con mis articulaciones desnudas y que ellos se llenan de polémica y de ganas de estar detrás del vidrio, con la vista perdida e imitando la cotidianeidad tan aprehensivamente y que tanto se quiere dejar escapar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Dime que la entrada es gratuita y me sentiré mejor... No puedo comprender cómo los inertes pagan por ver muertos... Yo, en mi época de estudiante de medicina, realize unas cinco autopsias y pagaría por olvidar un par de ellas... La de la mujer ahogada y la del niño recién nacido.
Anónimo ha dicho que…
Gratis? No! Alrededor de veinte dólares, quizá quince si presento mi identificación de estudiante. Crees que eso lo haga más tétrico aún?
Anónimo ha dicho que…
Debe ser como tener unos lentes que te permitan ver los musculos y los organos de la gente, como si uno pudiera caminar en una calle y pudiera ver todo
Anónimo ha dicho que…
Tétrico... Es una estafa... Mejor la experiencia real... Busca algún ser humano para abrir...
Anónimo ha dicho que…
al final... fuiste...

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