CARPENTIER

"A nuestras espaldas, muy abajo, habían quedado las nubes que daban sombra a los valles; y menos abajo, otras nubes que jamás verían, por estar más arriba de las nubes conocidas, los hombres que andaban entre cosas de su escala."
(Alejo Carpentier - Los pasos perdidos)


Dice Carpentier de las Americas, de sus llanuras, de los miles y miles de ojos que se cuelan por entre las ramas para vaciarse en el rocío de demasiadas acusaciones. De robar las yerbas, de sudar desmedidamente, de las enfermedades de trópico... Dice eso de los tantos hombres perdidos -latitudinalmente perdidos- buscando las selvas de otros países, el Santo Griál de la existencia de su planeta incomprensible, amplio y morbosamente minúsculo. Alejo, el Carpentier, que habla con sabiduría siempre o casi siempre y que vuelve sobrevolando nubes y cayendo de precipicios apretándose el vientre lleno de balas asesinas, dice de las Americas y del viejo mundo.
Y cuándo un hombre regala su juventud en busca de lo excelso, generalmente lo excelso está en un idioma más antiguo que el suyo, en ciudades que han aguantado más guerras y en óleos con menos cerámica. Entonces se va a Francia, Alemania, El Cairo... a buscarse la vida en selvas ajenas y perderse de su selva propia más bonita y más envolvente. El tema existencialmente cansón de casi todos los hombres del siglo veintiuno que rodamos llenos de musgo por ahí buscándonos un pedazo de vida que se acomode a lo que nuestros padres, los hacedores de revoluciones y de utopias infundadas, nos pintaron como futuro y gloria, tanto repetimos con el sabor dulzón del ron entre los labios. Y decir ron es como decir derrota, porque la derrota embriaga y enferma tanto o más. Y, como dice Carpentier, Brahms suena muy diferente desde Paris. "Ignorance is bliss" y otras malas jugadas de la suerte, como una mano de naipes marcados o como un caminito gris, gris, muy gris y muy solo que lleva a los hombres hasta la puerta de abordaje del próximo avión que nos remontará, tarde o temprano, a las alturas que tanto nos merecemos.