ENSAYO

En plena mañana de Florida, con el sol y la humedad chorreándome las sienes y la espalda, estoy en el salón de una "Iglesia sin denominación" tocando la guitarra para las canciones de la misa, pensando en el Anticristo de Nietszche y en cómo David debio haber sido parapléjico en vez de obligar a todas las generaciones posteriores a bailar como bailo él cuándo el espítitu divino... No sé por qué estoy aquí, quisisera decir que me arrastraron, que me comprometieron antes de darme cuenta, pero nadie me obliga y ahora no importa mucho porque tengo frente a mi al Pianista que cierra los ojos en abstracción y mañana tendré a toda la iglesia derrumbándose ante mis pies en alabanzas.
Oración. "Reconocemos, Señor, que nuestro talento musical es un don que nos has dado y, por tanto, te lo ofrecemos a ti..." Me he mantenido al margen de todo. Soy el ateo tocando en una iglesia. Esto me molesta, pero no puedo enojarme con nadie excepto conmigo, por supuesto que no debía esperar una orgía con strippers y coca tras bastidores en la iglesia, más bien, una oracion de este tipo le cae como anillo al dedo al lugar.
Tocamos. Hosana, hosana.... Son canciones nuevas para mi, decido hacerles mi tratamiento de jazz, nada comprometedor, arreglos, adornos sin molestarme en leer los acordes siquiera, improviso sobre la pentatónica y todos me hacen señas de aceptación con la cabeza. Al menos estoy acá en calidad estricta de guitarrista y no tengo que cantar. Sudo: hace calor.
Al terminar el ensayo hablamos: hay que presentarse mañana. Yo escucho con esa mezcla de tolerancia y repugnancia de quien no sabe bien adónde está.
Pregunta el baterista si estoy listo para mañana. Lo miro a los ojos y le digo que no. "Pero por qué? si suena bien!". Y más atrás el tecladista le dice que respete mi decisión. Tanta condescendencia me colma la paciencia y digo que tocaré mañana. El tecladista me ha dado la absolución, esa falta de respeto hacia sí mismo de abrirle las piernas a quién parece ser un extraño o por lo menos alguien sumamente ajeno aleja de mi todo lo que pudiese caer en mi conciencia. Si, soy el ateo que va a tocar a una iglesia, eso puede pesarme como hipocrecía, tal vez, pero ellos son los fieles creyentes que eligen ser mudos, sordos y ciegos a mi ateismo a costa de arreglos en una canción.
Y mañana cuándo pidan dinero para su iglesia, yo estaré detrás divirtiéndome con la bola de nieve que viene creciendo y quizá pueda hablarle a Nietszche algún día, de algún modo y decirle que yo también hice lo mío entre risas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Adiós desde nuestro Boletín

Bienvenido a Gugacheck.com !