UN RAYO




Es oficial: tengo acumulados unos doscientos cuarenta y siete años de mala suerte en el amor, la cama, la economía y quién sabe qué más. Hasta ayer eran doscientos treinta y siete, pero hoy me llego otra cadena por correo que rompí deliveradamente. El siete es un número impar y lo uso solamente por no haber llevado bien la cuenta desde el principio, pero mas o menos, por ahi va la cosa. Tenia que haber copiado y pegado el texto de la cadena en un correo nuevo y mandársela a todas las personas de mi lista de conocidos para que, a su vez, regaran la bola por ahi, pero, después de considerarlo cuidadosamente decidí correr el riesgo y no mandar nada. Para colmo, el correo que recibí decía que mantenerlo en la bandeja de entrada después de haber sido leído por mucho tiempo tendría efectos catastróficos en el flujo de energía de mi karma y yo, a sabiendas de todo esto, aun no lo borro.
Cabe decir que yo era el muchachito que le mandaba a menudo un correo a todos sus amigos puteándolos por enviarle tales cadenitas. De mis dedos salieron una vez palabras tan agresivas como "tengo mejores cosas que hacer con mi tiempo y mi espacio libre". Pero ahora, cada vez que me llega un correo que me huele a forward, lo abro rápido y leo hasta el final, para asegurarme de que mi mala suerte no se quede ahi estancada en el correo sin podérseme pegar como una garrapata solo por no haber leido el correo.
Por todos los correos que no leí alguna vez y los que me tomé el trabajo de responder y pasar a otras manos, aclaro que nunca mandé un centavo a ningún niño africano con encefalitis aguda ni nada por el estilo, nunca creí que Microsoft rastreara un correo y diera dinero por cada vez que era reenviado. Tal vez eso me ayude a sumar un par de años de gatos negros a mi haber. Nunca me pareció, en todo caso, que el Dalai Lama se tomara el tiempo de escribirme personalmente al correo y decirme que si no pasaba el mensaje, algo horrible iba a pasar.
Pero hoy, como un hombre nuevo y cambiado por una mala suerte crónica, sin siquiera comenzar a ser supersticioso, pido que todos las cadenitas que tenga oportunidad de romper y acaparar de desgracias me sean enviadas, prometo dejarlas asentar en mi hotmail hasta que una tarde oscura, saliendo de mi casa (o entrando, qué más da), solemnemente, me parta un rayo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hablas sin saber, discípulo... Una tarde de previsible lluvia, sin esperar las primeras gotas, huí con casi dos horas de adelanto de mi casa a mi trabajo... Así cuando llueva, no me mojaré. Cuando empezó a llover y estaba seco y salvo en mi trabajo, en mi cabina de transmisión, me burlé de la lluvia y grité: ¡Maldita, me escapé! Media hora después, entre gritos colectivos, apagaba el equipo y me recuperaba del rayo que me cayó encima... ¡Cuida tu karma!

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