VUELTA

Habría que escribir un manual para admitir la culpa, sea esta cual sea. Cómo hace un hombre para presentarse ante otros hombres, encogerse de hombros y decir con todos los pulmones del mundo que ha sido él el culpable sin disminuirse y sin aumentar a sus jueces?
Quiza ese es aun otro motivo por el cual soy un desadaptado, al cabo, pero no entiendo por más que lo intente.
Hace un par de días el noticiero me llego con la nueva de que el presidente de los Estados Unidos, léase George W. Bush, no descarta, en las alturas del año 2005, el uso de la fuerza contra Iran por estar construyendo un arma nuclear. Ya sé, lector, que a estas alturas de la guerra en Irak usted se sorprendera por mi asombro y tiene toda la razón; hasta llegué a pensar que el muy desubicadito del señor Bush había trocado la ene por una ká y había cambiado de país por error. Igual, de unos desgraciados oscurantistas a otros no hay gran diferencia.
Lo curioso es que días antes había visto Alexander (la película de Oliver Stone) y había quedado traumatizado por la inclusión genial de un águila perseguidora sobre los ejercitos macedónicos, viendolos aprendíz y justo después de escuchar a nuestro graciosísimo y muy despistado en geografía "Presidente del Mundo" hablar en la tele, salí a terminar un mandado totalmente irrelevante en esta historia. Lo que vi, lector, en esa vuelta fue nada más y nada menos que un norteamericanísimo Ford parado frente a mi en una luz roja con un bumper-sticker del mismísimo Bush como si fuese un personaje de Marvel con un letrerito en una burbuja (de texto) que rezaba: "saving your ass, whether you like it or not". A pesar de mis ganas de estamparle mi raspado bumper desnudo japonés en su letrerito belicista me contuve y quisiera decir que fue por haber leido a Withman o a Gibrán o a Martí, pero fue para evitar otra multa. Y vine directamente a escribir este post y fue ahi cuándo cai en cuenta de lo dificil que es y que debe ser para todos admitir la culpa. Ya sea esta la culpa que tiene nuestro míster Bush por confundir una cosa con otra, aunque sean letras nada mas, la culpa que tiene el American Chopper conductor del malquerido Ford y mi culpa por quedarme sin nada que hacer. Y sería muy valiente de mi parte, quizá, apuntarle a usted con mi certerísimo dedo índice diciendole que, como yo, se quedó con los brazos enroscados en su propio deseo de ser normal, de no destacar, de que no le apuntara nadie, pero, con su permiso, tengo asuntos mucho más importantes que repasar en mi propio comportamiento antes de decidir quién es el culpable o no. Y ojalá eso hiciera también el dueño del Ford que iba, de seguro a la base militar de MacDill donde, dicho sea de paso, se cosechan armas muy nucleares que nadie ha tenido el atrevimiento de reclamar, y lo lograra hacer el mismísimo Junior President de los cincuentipico de estados que rodean al mundo antes de apuntar el dedo a nadie, pero eso no es asunto mío ni suyo.
Y es posible que ese sea el final más feliz de mi cuento, no cree?

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