jueves por la tarde

Me levanto de la mesa quieriendo irme realmente pero ella me toma de la mano. No me dejes aqui hablando sola, no puedo hablarte si no me quieres escuchar. Me siento lentamente y de poca gana. La veo mover los labios y de repente recuerdo como quise meterme entero por esa boca. Me transporto a la dimension en la que le arranco el vestido en un movimiento de violencia mientras me mancha el dedo índice con su creyón de labios...
No sabes como me duele haberte perdido, aun hoy. Ese fue un arrebato de sinceridad que me arrancó de mi escena imaginaria sobre la mesa de este restaurante de tercera. No he estado con nadie como vos... continua y le es dificil articular sus palabras porque se le contrae el cuello de una manera adorable. Ahora le presto toda mi atencion a su discurso. Concluyo en que hace mucho tiempo era un niño que buscaba aventuras y ella y yo nos enredamos. Todo eso es cierto pero ella esta aca frente a mi a punto de llorar por mi silencio y de repente, todo se vuelca. Mi aburrimiento acaba de pasar, toda la morbosidad de su carmin de labios se me va amontonando con cada pausa, con cada quiebre de su voz. Es un hecho, tengo quince años otra vez, estoy en el colegio detrás de los lockers del aula de teatro con su cuerpo apretado contra el mío. Ahora estoy seguro de que la extraño tanto como no la había extrañado en bastante tiempo. Todo ese sentimiento se acumuló con toda la resaca del mundo para caerme en este momento en que ella se desnuda, al menos emocionalmente, ante mi. Retomar lo que dejamos, ella quiere retomar...
Las cosas son diferentes ahora y ya no tengo quince años. Realmente no sé que responder y desearía haberme ido en aquél último levantón. Ella aun esta frente a mi y sabe qué pienso, me conoce a la perfección y ya presiente toda la convulsión de sentimientos que esta atropellándose por salírseme del cuerpo. Como si esto se tratase de una película de esas que se ven a medianoche solo, le tomo la mano pálida, no digo nada por un rato ni ella tampoco. Esto se interrumpe solo por el acto vulgar de pedir la cuenta y marcharnos juntos a un cuarto de hotel. Pero eso y despedirla en el aeropuerto al día siguiente son tragedias que se sobrellevan facilmente en comparación con otras cosas.

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