primera muerte

Cuando se despertó ya el sol no estaba. Medio perdido arremetió sus pasos contra el camino buscando pistas de su manada. Al no poder encontrar más que un par de caminantes rezagados, como él, se volcó iracundo hacia el fin del camino. Corrió como si estuviese rodando y cuando llegó ahi, al fin del mundo, el sol todavía no aparecía y las nubes se dibujaban matriarcalmente contra la gradiente de un cielo oscuro. Era una noche de marea roja y el olor a pez muerto hacía chillar a los otros extraviados que le siguieron al ver su arrebato. El fin del mundo era, en efecto esa aconglomeración de agua salina, de faros y gritos perdidos. Entendió ahi que no encontraría rastros ya de su manada y se tumbó contra la arena a contar los huequitos en la manta oscura que los cubría. Intentó arrullarse con alguna rima de la infancia, volver a sumirse en el sopor de donde había salido minutos antes, volver a quedar solo e inconexo, tendido en la noche densa sobre la arena... pero le salió al paso la idea de que los versos sin melodía no son versos totalmente y le pareció tan absurda la similitud que se incorporó momentáneamente para mirar a sus acompañantes tácitos que jugaban como cachorros malqueridos. Entonces se incorporó nuevamente, se zacudió la arena y articuló sus primeras palabras de la noche "vámonos".
Yo lo ví todo sentado en un banco escondido en esa playa de St. Petersburg, apenas unas horas antes de que lo recogiesen de la arena matutina junto con los peces de la marea roja.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Una vez me sucedió algo parecido... De hecho, hace poco. Una amiga y yo vimos como aplstaban unos insectos la gente que caminaba... Y nunca lo notaron.
Anónimo ha dicho que…
Me gustó mucho, mucho. Qué bueno verte de regreso.

Saludos.

Entradas populares de este blog

Adiós desde nuestro Boletín

Bienvenido a Gugacheck.com !