cuarta muerte

La muerte siempre es dificil, le dijo ella en un suspiro. Él la tomo de los hombros, y esperó a que le viera directamente a los ojos, luego, en el tono más solemne que encontro le confesó que nunca supo qué decir cuando se muere alguien. Está bien, dijo ella y cambió el tema.
Él siguió inmóvil pensando en la muerte. Todo a su alrededor se moría lentamente y él lo sabía, estaba claro. Desde las varias perspectivas que tiene todo, el mundo entero se moría. ¿Qué diferencia había entre el cadaver en cuestión y él, que se aferraba a ella por los hombros casi haciéndole daño?
Esas manos secas penetrándole la carne le molestaron brevemente a ella. Había intentado bromear con otra cosa, alivianar un poco la muerte honda que se colaba por el lugar. Dos personas en una funeraria, mirando un cadaver que parecía ser el más vital del encuentro.
Lo que pasaba se les hizo un destello en ese eslabón que habían formado y se hizo el silencio. Eventualmente él la soltó, le dio el pésame diciendo que lo sentía, ella asintió e hizo la mueca que hacen las mujeres cuando van a fingir el llanto. Después siguió cada uno por su lado, él con las manos en los bolsillos caminando lentamente hacia la puerta y ella con los brazos cruzados y ambas manos en los hombros aferrándose desesperada al dolor que le habían dejado las de él en el momento de la epifanía. Como quién cuelga de un árbol.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Cada día que pasa es un día menos de vida, pero las experiencias de ese día son las que nos hacen vivir.

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