esgrima

Idea para un cortometraje cuya intención consiste en demonstrar la teoría de la relatividad ejemplificada con el dolor ajeno y el propio, vista desde la primera persona y en cualquier escenario y en la que el personaje principal, o protagonista, será llamado "Yo" con fines de facilitar la comprensión del Lector:
"Soy uno de dos espadachines en un cuarto oscuro, en un patio o en la cima de una montaña, profundamente enfrascado en una pelea (de espadas). Es una pelea encarnizada, sin embargo, no hay odio en la mirada de mi oponente, tampoco en la mía. Pelear en un deber, no es posible no hacerlo, pero tampoco hay demasía en las ganas de hacerlo.
Tras una breve pausa comprendemos que no llegaremos a ningún lugar siguiendo las reglas convencionales de la pelea. Acordamos que después de cada estocada que nos de un punto de ventaja, el perdedor cederá mansamente un miembro cualquiera al oponente, este otro deberá amputarlo sin remilgos y seguir con la pelea hasta que alguno de los dos muera desangrado o no tenga brazos para empuñar la espada. Trato hecho y emprendemos la pelea.
Apenas pasados un par de movimientos diestros consigo anotar el punto que me coloca en ventaja. Mi oponente se ve compungido, se encoge de hombros, se sienta en el suelo y recoge la pierna de su pantalón hasta la rodilla indicándome que será esa parte de su pie la que me corresponderá amputar.
Yo no presto demasiada atención y empuño la espada fuerte contra su futuro muñón, corto la piel, los musculos con mi espada casi sin afilar. Llego al hueso y es dificil de cortar, decido cortar tendones y ligamentos alrededor para facilitar la tarea, hasta que la misma hoja mellada de mi espada se hace de unos dientes minúsculos que me permiten roer el hueso hasta desprenderlo totalmente. Agarro la pierna separada y la coloco erguida en la esquina, o en el césped, todo esto sin el mas mínimo chistar de mi oponente. De eso me doy cuenta en este momento y comprendo por primera vez que le he quitado una pierna a un hombre que yace sangrando frente a mi. No lo obligué a tenderse como un cordero ante mi, más bien hubo un exceso de legalidad en el procedimiento hasta este punto, pero quizá eso agregue severidad a lo horrible de lo sucedido.
No pasa nada, él lucha por levantarse con vencido de que la proxima estocada será a su favor y empuña su espada en un solo pie. Yo sé que no tiene posibilidades de anotar otro punto con una sola pierna e intento calmarlo, le digo que ya no quiero seguir con este duelo, que tiene desventaja y que mejor nos ocupamos de su pierna desangrante.
Es evidente que le he hecho enojar. Mi falta de constancia le ha llenado los ojos de sangre y ahora arremete contra mi gritando que me va a matar poco a poco. Yo intento defenderme nada más sin intención de hacerle daño, pero en él se ve claramente un odio nuevo, ya hay motivos para el duelo y esto le da ventaja sobre mi para traspasar mi defensa asombrada y conseguir un punto. Atónito yo, me pide una pierna a mi.
No puedo, sé que mi hueso traqueará, sé que saltará la sangre de mi pierna, como saltó de la de él, y que su espada tiene menos filo que la mía, que tendrá que rodear el hueso varias veces hasta dejarme un pedazo de pierna mal cortado y muy doloroso. No tolero el dolor ni al pensar en él. Pero no tengo tiempo de pensarlo mejor, me tira en el suelo, y alarga mi pierna subiéndome el pantalón hasta la rodilla, agarra fuerte el lugar de la incisión y lo mide sádicamente. Esta sudando, pálido y tiene las pupilas dilatadas. Esto va a doler.
Decido ser el cobarde y en un acto de traición lo traspaso con mi espada justo antes de que la suya descienda hasta mi pierna. En este punto el odio en sus ojos ha desaparecido y me mira muriendo asombrado y decepcionado. Yo corro horrorizado por mi reacción. Horrorizado por su pierna tirada en el piso, horrorizado por su mano tensa al morir, horrorizado por el sonido de su espada al caer, horrorizado, sobre todo por poder correr libre y bípedo hacia la vida que ahora poco importa."

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mae, genial texto, genial... Pasé desde asco hasta miedo...
Anónimo ha dicho que…
Excelente, no tengo palabras, qué buena historia. Saludos!

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