...

En la casa los que mandaban siempre fueron los viejos. A veces los menos viejos mandaban también, pero eso no rompia necesariamente el molde de que eran los viejos los que mandaban.
Cuando era más chiquito, me metieron en clases de judo y yo, que no asumía aun como propios conceptos como salud y destreza, me encaminaba hacia el colchón todos los días de la mano del tío con mi kimono blanco, de cinta blanca y de zapatos descalzos. El tio me llevaba siempre con los dedos suaves y bajando despacito de las aceras, diciendo adiós a quienes los saludaban y, en las calles con menos tránsito dejándome un espacio adelante para los retozos.
En la casa, la tía esperaba paciente por los dos niños inválidos que venían del dojo cantando canciones viejas.
Años después sería el mismo tío quien me esperaría en una esquina cercana a una escuela de La Uruca en un Caprice con el motor encendido para llevarme de vuelta a casa. Yo veía el auto con cara de cocodrilo y me montaba gustoso en su majestuosidad.
Justo antes del final, era yo quien llevaba a los viejos a todos lados. Que a la tienda, que a la farmacia… Son cosas de la vida, dirían los viejos.
Inutil decir que fue en un hospital de noche de donde partió el tio por una sobredosis de infartos. Que ya no caminaba a ningun lugar, ni a la casa por miedo a que llegase ese día. Que la tia esperaba, pacientemente, aun, en la sala con él cuando no pudo respirar más, y que fue ella la que telefoneó a las dos de la mañana cuando tomabamos un descanso de hospital. Y que fue ella quien nos dijo con la cara roja de llanto que “se murió”.
Y se murió el tio.
Hoy, casi medio año después sigo soñando con nuestras caminatas post-judocas, con la mano sudada y su andar despacio. Y como la memoria me falla a fuerza de años, tengo la osadía de llegar a preguntarle a la tía si el tío algunas veces usaba sombrero. La tía se queda viendo al vacío y se le asoma el rojo a los ojos y no responde, sumisa en la certeza de que el tio ya no es, que hay que acordarse de él como tiene que acordarse de sus viejos y de los de mas atrás, como una estampa arcaica de un tiempo pasado, de otra epoca, de otras costumbres, otros valores, otro paso, otra parte del tiempo que, como todas las partes del tiempo quedan poquito a poco en el olvido.
Yo no vuelvo a preguntar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¿Tanto tiempo ha pasado? He andado torpe... sin conciencia del tiempo... Grave error a veces. Saludos.

No olvides.

p.s. Volví a ser el primero en comentar.

Entradas populares de este blog

Adiós desde nuestro Boletín

Bienvenido a Gugacheck.com !