Sobre los cuerpos nos echamos anteriormente, tu y yo. Adictos al camino largo, al descanso carente de espasmos y caricias. Hondas molduras capilares jugando con la luz de una ventana erizada y fuimos, ciertamente, formas juguetonas sobre el cristal. Languidos, aborrecibles, dignos de un tiempo de dioses hemos ido sepultando a nuestras naciones por el morbido precio de un adjetivo. Y fue alli, en el camino largo, en donde de repente diste conque no querias mas ser de mi, ni serme.

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