adentro

Lo que es igual a la revancha de las moscas, respondio sin inmutarse en lo mas mínimo, son estas ganas de salir corriendo. Sabes, Roqui, a veces no me puedo estar quieto en un mismo lugar, y ya se que todo el mundo cree que le sucede a veces, de vez en cuando, lo mismo, pero no, a mi no. Yo realmente me siento estallar, y estoy hablando de ojos rojos, venas hinchadas y desmayos, estallar como una bomba. Tu has pensado alguna vez en eso? Cómo hace un hombre para explotar en mil pedazos? Pues yo si. Lo bueno sería que, de desparramarme por ahi como una bomba, le enseñaría una buena leccion a estas moscas... las moscas... no me dejan... pero si, el otro día en la cola del banco me sucedió. Yo esperaba mi turno tratando de mantener la compostura pero no se, el aroma, la luz, la espera y las várices en la ventanilla... me dieron ganas casi inaguantables de huir; cuando me sorprendí me había salido de la fila unos buenos cinco o seis metros. Al reincorporarme hubo murmullos y protestas por mi poca consistencia, pero eso solo acentuó mis deseos de desaparecerme. Cuando eso me pasa, tengo que alejarme de las ventanas y las puertas porque la brisa sutil de los parqueos, la claridad del día, los colores no neutrales me marean, me atraen, me sacan de mi, lo jodido, Roqui, y disculpame las palabrotas, es que si todo me sale bien y no me escapo de la cola y no miro a las ventanas y la puertas, empezo a moverme por dentro, y como por fuera no voy a ningun lado es como si chocara con todas mis paredes y vibro y tiemblo, y llega un punto en el que de verdad, siento vapor salir de mis ojos y mi boca, como una olla de presion a punto, ya sabes, de explotar, y perdona que me repita, pero asi es. 

Yo no se, yo no se, de verdad, que me ha hecho llegar hasta este punto, como si fueramos animales de exterior, como si allá afuera estuviese la respuesta a algo, digo, yo no hay nada, verdad? por eso fue que nos metimos a buscar, cierto?

En fin, para hacerte la historia corta, cuando al fin llegue empapado en sudor frío a la ventanilla, había olvidado qué quería. Eso enfureció tanto a la cajera que me hizo parquearme al lado hasta recordar, y lo que es peor, repetir la fila.