VOLVER A ESCRIBIR CANCIONES

Estimados interlocutores blogueros, tertuliadictos o sobremesistas, en esta ocasión, voy a fingir que escribo por primera vez de mi y vosotros pretendereis, con toda vuestra buena educación, que les es desconocido el discurso.
Lo que pasa, y este es el único problema, es que, de lo que quiero escribir, me da miedo escribir. Algo bueno viene pasando y temo que, por algún maleficio de esos en los que no creo, se descalabre en mi reflexión sobre ello. Os dire, eso si, que me mantiene despierto hasta tarde y me agota las fuerzas, al menos por un ratito. Algo que hacía mucho tiempo que no hacía y que puede ser la pista decisiva para volver a encontrar a alejo, en el bosque, sentado bajo un arbol, dibujando con una ramita en la tierra, mientras espera por mi. Que va liado a cintas finitas de noventa minutos en una doble cassetera, que se superponen y suenan mal, al final.
Siendo asi, cómo contaros de mi nuevo pasatiempos re-adquirido sin que le afecte (o a mi) la miopía de las supersticiones baratas que, repito, no me creo?
La respuesta: no sé. Toda la reflexión no ha servido de nada y eso está bien. Puedo, sin duda, refugiarme en mi nueva adicción secreta retomada. Solo así porque sé que, vosotros, ilustres blogovisitantes, blogobogadores del blogoespacio blogovirtual de esta bitácora, pueden, de un golpe blogorréico, blogrioso, blogblime, desconectarse y buscarse la vida en los bolsillos y retomar adicciones.
Bebed entonces, inyectaros, saltad de todos los puentes que abajo no hay nada más que el vacío irreal del mundo; y en ese ya llevamos años cayendo: somos inmortales. Yo me voy a lo mío, como vosotros a lo vuestro y el verbo a lo suyo, conmigo.
Y andaos con cuidado.